jueves, 15 de enero de 2015

Capítulo 23

La mejor noche de su vida estaba a punto de terminar. Sonó el despertador: hora de volver a casa. Tras abrir los ojos y deslumbrarse con la luz del día, se quedó paralizado observándola. Allí estaba ella, sumida en su profundo sueño, cubriendo su perfecto cuerpo con las sábanas, respirando al compás de su corazón. No había mejor imagen para comenzar un domingo que verla descansar así, dulce y frágil, suya.  Unas caricias en el cuello la despertaron. Eran los labios de Ismael, que resbalaban por su piel mientras susurraban entre besos un “Buenos días, tontorrona, arriba que se nos hace tarde otra vez”. Ya era consciente, pero no quería abrir los ojos. Estaba tan relajada que no reunía fuerzas ni para incorporarse.
-          -Cinco minutillos más.
-          -Jajajaja, por mí la vida entera, pero ya hemos apurado al máximo y después de no aparecer ayer… no debemos de hacernos rogar.
-          -Bueno, por esta vez me has convencido. No vayamos a que la liemos todavía más.- tras besarlo rápidamente, se incorporó y se dirigió a la ducha.
Verla pasear con la parte trasera sin cubrir por las sábanas provocó que Ismael no tuviera otro remedio que seguirla al cuarto de baño.
-          -¿Qué haces aquí? ¡Que me voy a duchar!- le replicó ella riéndose.
-          -Lo sé, pero es que yo también voy a ducharme.
-          -Pero si voy yo prim…- antes de poder terminar la palabra, Ismael ya le había callado con otro beso y agarrado la cintura. Haber puesto el despertador veinte minutos antes mereció la pena. Empujándola de espaldas, la llevó hasta el plato de la ducha. Cuando estuvieron dentro ambos, cerró la mampara.
-          -Vamos a ducharnos, ¿no?- Ismael, esbozó una sonrisa traviesa.
-          -Abre el agua, anda.
Bajo el teléfono, comenzaron a abrazarse de nuevo a acariciarse, a respirar la piel del otro, volvieron a fusionarse. Todo aquello les parecía impensable unas semanas antes, pero las vueltas que da el mundo no las pueden controlar. Tras nueve meses conociéndose, habían tenido que reconocer que estaban hechos el uno para el otro.
-          -¡Para, Ismael, que me haces cosquillas! Jajajaja.
-          -Te tendré que extender bien el jabón ¿no?
-          -Déjate de tonterías, ¡que vamos a llegar tarde de verdad!
-          -Vale, vale, ya paro. Un último beso y ya, por favor.
-          -Como desee el caballero.- un mordisco en el labio inferior coronó aquel último y húmedo beso antes de secarse.
Una vez fuera y vestidos, se dirigieron hacia la cocina. Habían sido puntuales, y llegaban los primeros. Teniendo en cuenta que seguramente habían tenido la noche más larga de todas, era de esperar.
Poco a poco empezaron a llegar todos, y todos reaccionaban de manera parecida al verlos juntos. “Vaya, parejita, parece que anoche pasasteis un poco de nosotros, ¿no?”, “¡Mira quién ha llegado ya! ¡Pero si son los que nos dieron plantón anoche! Seguro que os lo pasasteis mejor que nosotros, cabroncetes”, y  “Chicos, por lo menos avisad de que tenéis planes de dos, que las risas que nos podríamos haber echado interrumpiendo vuestra preciosa velada hubieran sido inolvidables” fueron las frases que más resaltaron acerca de la noche anterior. Cada vez que alguien pronunciaba alguna, Ismael y Salomé se miraban y reían, y alguno de los dos respondía con ingenio. El desayuno de fin de estancia transcurrió sin mayor novedad. Mismos papeles en el servicio, misma variedad de alimentos y misma cantidad en los estómagos: había que aprovechar y gastar todo lo que quedaba. Cuando todo estuvo fregado y recogido, regresaron todos a las habitaciones a recoger las maletas. En ese momento, Salomé decidió resolver una pequeña duda que se le había planteado.
-          -Ismael, ¿qué va a ser de nosotros?
-          -¿A qué te refieres?
-          -Me refiero a qué vamos a hacer a partir de ahora, qué es lo que hay entre nosotros.-entonces, Ismael paró de recoger y la miró. Al percatarse, Salomé lo imitó, y escuchó atenta su respuesta.
-          -Mira, yo eso te dejo que lo decidas tú. A mí lo único que me importa es lo que siento por ti, y lo que ahora sé que sientes por mí. Yo solo quiero estar contigo, en secreto o en público, con formalidad o sin ella. Con el resto, o a solas. Solo quiero estar a tu lado, y que tú seas feliz así.
-          -Sabes que yo quiero lo mismo, y que, ahora que hemos empezado, no quiero que esto termine nunca. Pero tampoco quiero precipitarme y forzar a que todo vaya deprisa. Simplemente quiero ver que avanzamos juntos y que no nos separamos. Y con el verano, ¿qué vamos a hacer?
-         - No hay prisa ninguna. Si así lo preferimos, así será. Lento, disfrutando de cada uno de nuestros instantes. Ya habrá tiempo de hacerlo oficial. Respecto al verano, por mí no hay problema. Poco me voy a mover, y, aunque lo haga, no se me ocurrirá otra cosa que pensar en ti mientras tanto.
-          -Entonces genial. Yo tampoco creo que viaje mucho después de lo que ha pasado, así que nos separaremos poco. Joder, Ismael, contigo es todo tan fácil…
-          -No es que sea fácil conmigo, es que nada es difícil si tú estás conmigo.-otra vez la había conquistado con sus palabras. Ella lo abrazó con fuerza, y él hizo lo mismo. Más que amigos, más que una pareja, eran el apoyo, la mayor fuente de esperanza el uno para el otro.

Dejaron el cuarto como nuevo. Cuando cerraron la puerta por última vez, pusieron el broche final a una de las mejores experiencias del año, al inicio de algo impensable tiempo atrás, pero inevitable al fin y al cabo.

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