La mejor
noche de su vida estaba a punto de terminar. Sonó el despertador: hora de
volver a casa. Tras abrir los ojos y deslumbrarse con la luz del día, se quedó
paralizado observándola. Allí estaba ella, sumida en su profundo sueño,
cubriendo su perfecto cuerpo con las sábanas, respirando al compás de su
corazón. No había mejor imagen para comenzar un domingo que verla descansar
así, dulce y frágil, suya. Unas caricias
en el cuello la despertaron. Eran los labios de Ismael, que resbalaban por su
piel mientras susurraban entre besos un “Buenos días, tontorrona, arriba que se
nos hace tarde otra vez”. Ya era consciente, pero no quería abrir los ojos.
Estaba tan relajada que no reunía fuerzas ni para incorporarse.
- -Cinco
minutillos más.
- -Jajajaja,
por mí la vida entera, pero ya hemos apurado al máximo y después de no aparecer
ayer… no debemos de hacernos rogar.
- -Bueno,
por esta vez me has convencido. No vayamos a que la liemos todavía más.- tras
besarlo rápidamente, se incorporó y se dirigió a la ducha.
Verla
pasear con la parte trasera sin cubrir por las sábanas provocó que Ismael no
tuviera otro remedio que seguirla al cuarto de baño.
- -¿Qué
haces aquí? ¡Que me voy a duchar!- le replicó ella riéndose.
- -Lo
sé, pero es que yo también voy a ducharme.
- -Pero
si voy yo prim…- antes de poder terminar la palabra, Ismael ya le había callado
con otro beso y agarrado la cintura. Haber puesto el despertador veinte minutos
antes mereció la pena. Empujándola de espaldas, la llevó hasta el plato de la
ducha. Cuando estuvieron dentro ambos, cerró la mampara.
- -Vamos
a ducharnos, ¿no?- Ismael, esbozó una sonrisa traviesa.
- -Abre
el agua, anda.
Bajo el
teléfono, comenzaron a abrazarse de nuevo a acariciarse, a respirar la piel del
otro, volvieron a fusionarse. Todo aquello les parecía impensable unas semanas
antes, pero las vueltas que da el mundo no las pueden controlar. Tras nueve
meses conociéndose, habían tenido que reconocer que estaban hechos el uno para
el otro.
- -¡Para,
Ismael, que me haces cosquillas! Jajajaja.
- -Te
tendré que extender bien el jabón ¿no?
- -Déjate
de tonterías, ¡que vamos a llegar tarde de verdad!
- -Vale,
vale, ya paro. Un último beso y ya, por favor.
- -Como
desee el caballero.- un mordisco en el labio inferior coronó aquel último y
húmedo beso antes de secarse.
Una vez
fuera y vestidos, se dirigieron hacia la cocina. Habían sido puntuales, y
llegaban los primeros. Teniendo en cuenta que seguramente habían tenido la
noche más larga de todas, era de esperar.
Poco a
poco empezaron a llegar todos, y todos reaccionaban de manera parecida al
verlos juntos. “Vaya, parejita, parece que anoche pasasteis un poco de
nosotros, ¿no?”, “¡Mira quién ha llegado ya! ¡Pero si son los que nos dieron
plantón anoche! Seguro que os lo pasasteis mejor que nosotros, cabroncetes”,
y “Chicos, por lo menos avisad de que
tenéis planes de dos, que las risas que nos podríamos haber echado
interrumpiendo vuestra preciosa velada hubieran sido inolvidables” fueron las
frases que más resaltaron acerca de la noche anterior. Cada vez que alguien
pronunciaba alguna, Ismael y Salomé se miraban y reían, y alguno de los dos
respondía con ingenio. El desayuno de fin de estancia transcurrió sin mayor
novedad. Mismos papeles en el servicio, misma variedad de alimentos y misma
cantidad en los estómagos: había que aprovechar y gastar todo lo que quedaba.
Cuando todo estuvo fregado y recogido, regresaron todos a las habitaciones a
recoger las maletas. En ese momento, Salomé decidió resolver una pequeña duda
que se le había planteado.
- -Ismael,
¿qué va a ser de nosotros?
- -¿A
qué te refieres?
- -Me
refiero a qué vamos a hacer a partir de ahora, qué es lo que hay entre
nosotros.-entonces, Ismael paró de recoger y la miró. Al percatarse, Salomé lo
imitó, y escuchó atenta su respuesta.
- -Mira,
yo eso te dejo que lo decidas tú. A mí lo único que me importa es lo que siento
por ti, y lo que ahora sé que sientes por mí. Yo solo quiero estar contigo, en
secreto o en público, con formalidad o sin ella. Con el resto, o a solas. Solo
quiero estar a tu lado, y que tú seas feliz así.
- -Sabes
que yo quiero lo mismo, y que, ahora que hemos empezado, no quiero que esto
termine nunca. Pero tampoco quiero precipitarme y forzar a que todo vaya
deprisa. Simplemente quiero ver que avanzamos juntos y que no nos separamos. Y
con el verano, ¿qué vamos a hacer?
- - No
hay prisa ninguna. Si así lo preferimos, así será. Lento, disfrutando de cada
uno de nuestros instantes. Ya habrá tiempo de hacerlo oficial. Respecto al
verano, por mí no hay problema. Poco me voy a mover, y, aunque lo haga, no se
me ocurrirá otra cosa que pensar en ti mientras tanto.
- -Entonces
genial. Yo tampoco creo que viaje mucho después de lo que ha pasado, así que
nos separaremos poco. Joder, Ismael, contigo es todo tan fácil…
- -No
es que sea fácil conmigo, es que nada es difícil si tú estás conmigo.-otra vez
la había conquistado con sus palabras. Ella lo abrazó con fuerza, y él hizo lo
mismo. Más que amigos, más que una pareja, eran el apoyo, la mayor fuente de
esperanza el uno para el otro.
Dejaron
el cuarto como nuevo. Cuando cerraron la puerta por última vez, pusieron el
broche final a una de las mejores experiencias del año, al inicio de algo
impensable tiempo atrás, pero inevitable al fin y al cabo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario