viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo 19 (2)

 Las primeras historias tuvieron éxito, y el miedo se veía en la cara de todos. Fantasmas, exorcismos, sangre, asesinatos, llamadas desconocidas y voces extrañas fueron los temas principales. Pero, tras un tiempo con el corazón encogido, estas historias comenzaron a dejar de surtir efecto.
-          -Buah, chicos, a mí ya esto no me asusta, me he inmunizado para el resto de la noche.
-          -Me pasa igual. Venga va, vamos a hacer otra cosa.
-          -Chicos, ya es tarde, deberíamos ir recogiendo…- interrumpió Ismael, porque se olía lo que venía a continuación.
-          -No no no, de ninguna manera, de aquí no nos vamos hasta que el novato nos dé el discurso de agradecimiento por la acogida – por mucho que lo evitase, no se iba a librar de esto.
-          -¡Eso, eso! Cuando termines nos vamos, pero hasta entonces nadie mueve el culo de aquí.- todos se apiñaron y fijaron la mirada en Ismael.
-          -Bueno, parece ser que no me libro… en fin, empezaré sin más dilación. – Ismael empezó a relatar- Qué otra cosa os puedo decir que no sea gracias. Os habéis portado conmigo como yo jamás me había portado con nadie. Me acogisteis desde el primer momento, sin importaros de dónde venía o quién era yo realmente. Eso es algo que nunca podré olvidar. Ya estáis todos, absolutamente todos, en mi corazón. No os cambiaría por nada. Mirad que solo llevamos un año juntos, pero, ¿y la cantidad de momentos geniales que hemos pasado? Supongo que vosotros estaréis más que acostumbrados, pero, para alguien que se pasa la vida moviéndose de un lado para otro, esto es algo que solo ocurre en lugares especiales, con gente especial. Me hacéis sentir como si hubiese nacido entre vosotros, como si no hubiera malgastado el tiempo en otros lugares, como si fuera uno más de lo que yo considero una familia. No sé que más rollo soltar, lo que de verdad siento es como que… no sé, no encuentro palabras. Gracias por todo, de verdad.
Tras terminar de hablar, Ismael pudo darse cuenta de la reacción de los demás. Todos estaban en silencio absoluto, sin poder dejar de mirarle, con lágrimas en los ojos, algunas incluso secándose las que se habían escapado y caían por sus caras. Tras unos incómodos segundos, se miraron unos a otros y corrieron a abrazarle. Entonces, Salomé gritó: “¡a mantear al novato!” y se desató el caos. Pese a que oponía una fuerte resistencia, no pudo evitarlo. Ismael voló por los aires, al son el grito de “¡Viva el novato, bienvenido a la familia!”
Cuando ya por fin pararon las risas, los saltos y los abrazos, todos empezaron a recoger. Ismael, con el corazón encogido, cruzó la mirada con Salomé, y se acercó a ella.
-          -Gracias, de verdad.- con una amplia sonrisa y un brillo especial en los ojos, el mismo que aquella tarde en su casa después de él ofrecerse como su salvación, Salomé le cogió las manos y respiró fuerte y tranquila.
-          -Gracias a ti, por esto, por todos, y por todo.
Se miraron fijamente durante varios segundos. El mundo se había parado. Solo existían él y ella. Nadie a su alrededor, nada en lo que pensar, solo dos miradas entrelazándose y apoyándose una en la otra. Se estaban diciendo tantas cosas que es imposible describirlas con palabras. Estaban ahí el uno para el otro, entonces y para siempre. Aunque moriría por un beso en aquel instante, Ismael, fue el primero que retiró suavemente sus manos y se despidió de aquel inolvidable momento con una sonrisa.
Terminaron de limpiar el sitio, dejándolo hasta reluciente. Efectivamente, ya era bastante tarde, por lo que el paso de la vuelta fue más rápido. Enseguida estuvieron en la casa de regreso. Tras despedirse todos y desearse una buena noche, cada uno se fue para su cuarto.
-          -Joder, qué bien ha empezado el finde, ¿no? – le dijo Salomé a Ismael.
-          -Ni que lo digas, excepto el momento de vergüenza, todo ha sido genial.
-          -Qué dices, bobo. Si ha sido precioso todo lo que has dicho, de verdad. A mí por lo menos me ha encantado.
-          -Jajajaja, gracias gracias, es que así en frío no se me ocurría nada mejor.
-          -Anda, a callar ya y a la cama, que mañana nos espera un día largo.
-          -Buenas noches, Salomé.
-          -Buenas noches, Ismael.
Desde su respectivo lado de la cama, apagaron la luz y cayeron rendidos al instante. Esa noche no soñarían nada: todo lo vivido ya era un sueño para ellos.

Capítulo 19 (1)

Después de comprar lo que les faltaba, se montaron en el bus que habían alquilado y salieron en busca de sus aventuras. En el pasillo y los asientos no se oían nada más que carcajadas y risas. Chistes, bromas y mochilazos llenaban el ambiente. La hora que duró el viaje les parecieron apenas minutos. Una vez se despidieron del conductor hasta la vuelta, corrieron cada uno a sus habitaciones. Cuando se vieron en frente de las puertas, cayeron en la cuenta de un pequeño detalles: no habían repartido las habitaciones. Genial, ahora estarían peleándose un buen rato hasta aclararse. Entonces dijo Ismael:
-          -A ver chicos, no tenemos repartidas las habitaciones… ¿cómo hacemos para que de aquí a cinco minutos hayamos terminado de distribuirnos?
-         - A ver… las habitaciones son de dos… bueno, parece que esa del final tiene una litera y caben tres.
-          -¡Nosotros esa! Lo siento chicos, ya está pedida. - Laura, Sara y otra chica más corrieron hacia la puerta, despareciendo de la escena sin que les diese tiempo al resto de reaccionar.
-          -Bueno, tres menos. ¿Qué hacemos los demás?
-          -Nosotros nos quedamos en la de al lado, ¿vale?- la pareja del grupo se fue hacia el que ahora era su cuarto.
-          -Qué monos, no se separan ni para esto. Qué bonito es el amor…
-          -Deja ya las cursiladas, tío. Ya solo quedamos nosotros cuatro- dijo Ismael señalando a Salomé y los dos chicos que la rodeaban. En ese momento, estos dos se miraron, sonrieron, y salieron corriendo hacia una de las habitaciones. Cuando ya habían metido las maletas, se oyó a lo lejos: “¡ahí os quedáis tortolitos!”
Salomé e Ismael se miraron extrañados. Menudo momento para las bromitas. Suerte que había suficiente confianza ya como para simplemente sonreír y hacer como si nada. Se metieron en la habitación, abrieron las maletas y se repartieron los espacios. En diez minutos habían quedado en el salón principal para la excursión nocturna.
Una vez que estuvieron todos reunidos, no se demoraron y empezaron la marcha. El sitio era realmente precioso, y la temperatura, a pesar de la avanzada primavera, era ideal. Cuando el sol estaba a punto de caer, decidieron que era el momento de cenar. Sacaron todas las previsiones para aquella noche. Se iban a poner las botas.
Encendieron una pequeña hoguera para las nubes, prepararon sus bocatas y empezaron el banquete.
-         - Chicos, amo a mi madre, este bocadillo es el mejor de todos.
-          -No estoy yo tan segura. El mío nada más que con el olor…
-          -Eso es que no habéis probado el mío. Mi chorizo le da mil vueltas a todas vuestras lechuguitas y demás tonterías.
-          -¡Dí que sí! Aquí las dietas no existen. ¡Los buenos bocatas que no te dejan ni hacer la digestión son los que valen!- todos empezaron a reír.
-          -A ver, en lo que sí estaréis de acuerdo conmigo es en que esto no podía faltar, ¿verdad?- Laura puso a lado de la hoguera el enorme paquete de nubes, y todos empezaron a animar.
-         - Jajajaja, sin esto no se puede hacer un picnic nocturno, pero hay algo que se te olvida.- Sara saca una linterna de la mochila y se alumbra la barbilla.- ¡Historias de miedo!

Entusiasmados, terminaron de cenar rápidamente, formaron un corro alrededor del fuego, y empezaron la terrorífica ronda.