jueves, 10 de julio de 2014

Capítulo 9

Era la quinta vez que le llamaba, le dijo que hoy iría, ¿dónde se había metido? Ismael se inquietaba, mientras la esperaba en el quiosco de siempre. Tras quince minutos con la moto aparcada, decidió marchar sin ella: “si no está, algún motivo tendrá, ya lo averiguaré más tarde”. Llegó a clase y se acomodó en su pupitre. No era igual sin ella. La silla era más incómoda, las clases, más largas, el olor, más desagradable, y sin el consuelo de algo agradable a lo que observar. Qué le habría pasado, por qué no cogería el teléfono, cómo es que nadie sabía nada de ella… Era raro, muy raro. Así pasó la mañana, y a la salida se encontró con que todo el grupo se hacía la misma pregunta.
-          -Ismael, ¿sabes algo de Salomé?
-          -Ni idea… Hoy la he estado esperando como de costumbre, la he llamado mil veces, pero no da señales de vida.
-          -Mira que es extraño… Tampoco dijo nada por whatsapp, y sabemos que ella siempre se excusa cuando falta. ¿Le habrá pasado algo?
-          -No creo, a ver, no saquemos las cosas de quicio, la chiquilla ha faltado un día sin avisar, nada más. Si os vais a quedar más tranquilos, esta tarde paso a verla y os informo de la situación. – añadió Diego a la conversación.
-          -Vale, perfecto, yo te acompaño, que estoy súper preocupada.
-          -No, no, de verdad, voy yo solo, y ya aprovecho para aclarar unos asuntillos.
-          -Ya, ya, asuntillos, ¿Que te traes entre manos, gorrión?
-          -Mira que sois malpensados ¿eh? Jajajaja
-          -Reconoce que ha sonado sospechoso, tío
-          -Jajajaja bueno vale…
Entre broma y broma, cambió la conversación de una forma radical. No estaba para tonterías, Ismael se retiró y abandonó la pandilla sin apenas despedirse. Al final va a resultar que Diego es un buen muchacho y todo, ya podía tranquilizarse un poco más. Daría lo que fuera por ser él.
Unas horas más tarde llamaron a la puerta. Cumplió lo afirmado, ahí estaba, dispuesto a sacarla del hoyo aunque fuera solo un rato. Menos mal que lo tenía a su lado.
-          -Hola princesa, ¿cómo te encuentras?
-          -Pues ya te puedes imaginar.
-          -Sí, lose, no me des explicaciones anda, que se que es lo último que te apetece en estos momentos… Ya tendremos tiempo de contarnos.
-          -Te lo agradezco, de verdad, no tengo ganas ni de seguir.
-          -No se te ocurra volver a decir esa barbaridad, ¿entendido? Anda, vamos a darnos un paseo, que tengo algo que te aliviará.
-          -Espera un minuto, cojo mis zapatillas y nos vamos.

Mientras, Diego escribió el mensaje que todos esperaban: “Salomé está bien, no os preocupéis. Tenía el móvil en silencio, y se ha tirado durmiendo toda la mañana porque había pasado mala noche. Iba a avisarnos cuando he llamado yo al timbre. No puede salir, así que me quedaré yo toda la tarde aquí. Ya veremos si va mañana a clase.”

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