jueves, 26 de junio de 2014

Capítulo 3 (2)

Subieron a sus motos y condujeron hasta llegar a la casa de Laura, donde ya estaban todos esperando, hasta Diego, quien no pudo evitar esa exploración con la mirada al cuerpazo de la que ya era más que su amiga. Una vez todos saludados, volvieron a montar en sus vehículos y se dirigieron hacia aquel chalet.
El chalet era grande, con unos jardines bastante bien cuidados, y una piscina pequeña decorada con azulejos. La casa era muy bonita, decorada a un estilo rústico bastante peculiar, pero que no sobresalía demasiado respecto a su entorno en el vecindario. Cuando todos consiguieron aparcar y descargaron las bolsas en la cocina, el ambiente empezó a animarse.
-          -Genial, todo listo, ¿os habréis traído el bañador, verdad?
-          -Claro tía, y si no, en ropa interior, que aquí todos tenemos confianza.
-          -Bueno, con eso hay que tener cuidado, que aquí el nuevo no se ha visto deslumbrado por nuestros tipazos post-vacacionales
-          -¿Vas a decir eso precisamente tú Rober? Anda, anda, deja las ironías a otro que sabes que tus abdominales y bíceps nunca te faltan, señor modelito- y Laura le dio una suave colleja.
Entre risas con unos y con otros, empezó la fiesta. Todos ya con sus bikinis y bañadores, después de su legendario pase de modelos, todos se dieron un chapuzón, por las buenas o por las malas, pero todo el mundo acabó en el agua. Ismael estaba felizmente impresionado, había tenido mucha suerte con estos chavales. “Están muy unidos y son geniales, parece además que les he caído bien… Dios, mira aquella chica, era Sara, ¿no? Está tremenda… Joder, voy a tener que hablar con estos para conseguir información… aunque, bueno, está muy bien, pero a ella no la puede superar.”
Calló la noche, y todos tuvieron que salirse del agua, que ya estaba más que fresquita, se secaron, cambiaron y sacaron las bebidas. Alguien por sorpresa había traído alguna botella inesperada.
-         - ¿Y este Almirante? ¿De dónde ha salido? Chicos, Dios nos quiere.
-          -Siento decepcionarte, pero no ha sido Dios, he sido yo. Pensaba que sería buena idea un detallito por la acogida.- dijo Ismael, con un matiz algo tímido.
-          -¡Si ya os dije yo que ayudaría con las bebidas!
-          -Chaval, ya eres uno de los nuestros, te queremos tío, te has salido, qué detallazo.
Ismael sonrió, estaba satisfecho con lo que había conseguido, por una botella se había ganado el afecto de todos, incluso más afecto del que esperaba. Pasadas unas horas, ya con las botellas casi al terminar y el ron más que estrenado, después de charlas y charlas sobre temas más o menos estúpidos, él ya estaba más que a gusto con todos, colaborando en las conversaciones como si hubiera pertenecido a eso desde el principio. En ocasiones, el alcohol no es del todo malo.
En un momento algo más confidencial, donde las parejitas ya formadas hablaban solo para ellas, ocurrió uno de los mejores momentos de la noche: Sara se acercó a Ismael, y, por primera vez, dirigieron unas palabras el uno al otro.
-         - Oye, muchas gracias por la botella, ha estado genial, y nos ha venido a pelo, se notaba que no había alcohol suficiente.
-          -No hay nada que agradecer, de verdad, el placer es todo mío, jajaja.
-          -Jajajaja qué caballeroso por favor. ¿Qué tal estás pasando la primera noche de salida en la nueva ciudad?
-          -La verdad es que no me la podía imaginar mejor, he tenido mucha suerte de conoceros a todos así de rápido.
-          -Y nosotros de conocerte a ti. Al menos yo me alegro mucho, vaya, hacía tiempo que no se paseaban nuevos chicos por estas tierras.
-          -Me imagino, os tendréis todos muy vistos los unos a los otros ya.
-          -Sí, la verdad es que sí, pero mira por donde, la vida te trae sorpresas como esta alguna vez.
-          -Ya verás que si sorpresas, menos mal que estas han sido de las buenas.
-          -Y tan buenas… oye, ¿me das tu número y así podemos seguir hablando de nuestra fortuna en otro momento? Por ahí parece que ha empezado la primera vomitera…
-          -Jajaja sin problema… Toma, aquí lo tienes. Vamos a ayudar que si no Laura se las va a ver crudas para arreglar el estropicio.
Era Jorge el que estaba vomitando, el pobre no se acordó de su intolerancia a la cola antes de servirse sus cubatas. Todos fueron a ayudarle, y el mal rato se le pasó pronto. Aunque pocas cuentas le echó Ismael al caso; él seguía dándole vueltas a la conversación con Sara. “A lo mejor son solo cosas mías, pero, ¿puede que quiera algo conmigo? Dios, sería lo mejor, está buenísima y, como sea por dentro igual, me ha tocado la lotería… En fin, ya se verá.”
Superado el incidente, la noche transcurrió alegremente, entre risas, bailes, música, historias, hasta el amanecer, donde todos decidieron volver a sus casas a acostarse; si ese día querían volver a salir, había que acostarse por lo menos cinco horas, ley grupal inquebrantable.
Al llegar al quiosco donde se vieron esa tarde, los dos decidieron parar, bajarse de la moto, y hablar sobre aquella noche.
-          -Bueno qué, ¿qué tal la experiencia?
-          -Maravillosamente bien, joder, si es que son todos los putos amos.
-          -Jajajaja lo sé, y tú les has caído genial. ¿Ves como fue una gran idea lo de la botella? Sabía que ya les apetecía una ración buena de Almirante.
-          -A demás de verdad, me ha venido como dedo al guante, gracias otra vez, no sé qué sería de mí sin ti.
-          -Probablemente estarías tirado en la cama durmiendo desde las doce, sin haber salido el primer viernes, cosa que te deprimiría para el resto del curso. Sí, lo sé, soy indispensable en tu vida en estos momentos.
-          -Jajajajaja no te lo puedo negar, me has ayudado un montón.
-          -Anda, anda, deja ya los cumpliditos y cuéntame, ¿de qué has estado hablando con Sara tanto tiempo?
-          -Así que vigilándome ¿eh? Pues no hemos hablado de nada serio, simplemente me ha dado las gracias por la botella y ha dicho que ha tenido mucha suerte de haberme conocido.
-          -Si es que lo sabía, bueno, lo sabíamos, no era normal que hubiera tantos rumores sobre lo mismo.
-          -¿Qué pasa?
-          -Nada que tú no te huelas. A Sara le gustas, y bastante, y se le nota porque hacía tiempo que no se acercaba a un chico como se ha acercado a ti. ¿No te habrá pedido el teléfono, no?
-          -Esto… Sí, y se lo he dado.
-          -Cariño, la tienes en el bote. No irás a dejarla pasar, ¿no? Con lo guapa que es.
-          -Jajajaja si te digo la verdad, ya me había llamado la atención, por lo que supongo que no me negaré si surge algo.
-          -¡Fantástico! Ahora que lo pienso, pegáis un montón, ¡Que tengáis mucha suerte!
-          -¿Tú crees? ¡Muchas gracias! E igualmente, que se te ve que Diego te atrae.
-          -Jajajaja de modo que no soy la única que observa aquí… Pues llevas razón, es que está muy bueno, y después de lo de hoy… Pues eso. Oye, nosotros nos lo contamos todo sobre estos temas, ¿vale?
-          -Por supuesto, así añadimos a nuestra lista que también somos nuestra caja de secretos.
-          -Jajaja Pues mira, no suena mal. Dios, estoy agotada, me voy a meter en la cama ya. ¿Te importa que sigamos hablando mañana?
-          -Qué va, si te iba a decir lo mismo, estoy agotado… todavía me tengo que acostumbrar a vuestro ritmo, que no es precisamente relajado.
-         - No tardarás, confía en mí. ¡Buenas noches Ismael!
-          -Buenas noches, Salomé.


Se dedicaron un gesto de despedida y se marcharon, ambos sintiendo una punzada por dentro que les indicaba que algo fallaba, que algo no transcurría como ellos querían, y sabían lo que era.

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