miércoles, 25 de junio de 2014

Capítulo 3 (1)


“A las ocho en la puerta de mi casa”, Laura había mandado el mensaje por el grupo unos minutos antes de que Salomé empezara a comer. “Perfecto, me da tiempo a todo, algo de deberes, arreglarme, ver a Diego e irnos para allá…Mierda, seguro que tengo que recoger a Ismael, no tendrá ni idea de donde está… ahora lo llamaré.”
Como había previsto, la primera parte de la tarde salió redonda, cumpliendo todas las metas, hasta que sonó el timbre, a las siete.
-          -¡Diego! Pasa, hemos tenido suerte, mis padre se han ido a pasar la tarde en casa de mis tíos, no va a haber nadie que interrumpa.
-          -Perfecto, la verdad es que no me apetecían presentaciones ni espías que no nos quitaran el ojo de encima.
-          -Jajaja la verdad es que eso no apetece a nadie. ¡Pasa! No te quedes ahí pasmado anda.
La verdadera tarde acababa de empezar. Se dirigieron los dos al sofá, se sirvieron unas coca-colas y empezaron a charlar. Poco les duró la conversación, no tenían mucho que hablar, los dos sabían para qué estaban ahí.
En un momento de silencio, Diego vio su oportunidad. Se acercó a ella, le pasó la mano por detrás del cuello, acariciando suavemente su largo pelo dorado; a base de un suave impulso, le giró la cabeza, le sonrió a unos centímetros de sus labios y la besó. Como era de esperar, Salomé no opuso resistencia ninguna, y el beso subió varios niveles de intensidad, las lenguas pasaron a formar parte del juego, de tal manera que se convirtieron rápidamente en las protagonistas, aventurándose por la boca del otro, saliendo, entrando, y dejando paso a los labios que buscaban ser mordidos, suave pero intensamente. Estos labios empezaron a separarse, y a explorar por la piel, dando besos más húmedos, más secos, deslizándose sensualmente por el cuello, parando, mordiendo, catando ese sabor único. Colaborando con todo el resto de la boca, empezaron a descender, saboreando cada milímetro de la piel. Fue entonces cuando Diego la cogió en brazos y, sin pensárselo dos veces, la subió hasta su habitación. Allí reanudaron su aventura, tumbados en el colchón, jugando entre las sábanas, cediendo el papel principal a las manos, las que seguían el recorrido de descenso ya marcado. Entre caricias, besos y juegos, las manos de Diego llegaron al lugar indicado, donde lucharon contra botones y cremalleras, y se toparon con el encaje de la ropa interior. Continuaba el contacto entre las más juguetonas, pero ya algo más interrumpido, ya que la excitada hiperventilación empezaba a estar presente; las manos empezaban a llegar al terreno más prohibido, el placer de ambos iba aumentando, comenzaba la presión hacia el interior de su cuerpo cuando Salomé despertó, detuvo sus manos y cortó de lleno la situación.
-          -Diego, no, es la primera vez que estamos juntos, esto sería ir demasiado rápido, ¿no crees?
-         - Joder, Salomé, ahora estoy en mi mejor momento, no me dejes así.
-          -Lo siento, pero no soy así, conmigo las cosas llevan tiempo.
-         - Está bien, perdón, llevas razón… Tiempo al tiempo, ¿no?
-          -Exacto, tiempo al tiempo.
-          -Pues entonces vamos a ir arreglando esto, que de aquí a nada nos tenemos que ver con los demás.
-          -Jajajaja buena idea.
Se había terminado por hoy, ahora tocaba disfrutar con los demás y dejar a un lado las situaciones incómodas. Salomé llamó a Ismael, y acordaron verse en el quiosco de la esquina para llegar juntos. Mientras tanto, Diego se recompuso y salió primero, para eliminar sospechas.
-          -¿Qué tal ha ido todo con Diego?
-          -Pues bastante bien la verdad.
-          -¿Bastante bien? No cuela, yo quiero detalles.
-          -Jajajaja bueno vale, pero no se lo digas a nadie, que quede entre nosotros.
-          -Soy una tumba.

Y empezó a relatar lo que le sucedió en esa media hora en su casa. Ismael parecía estar interesado de verdad, sonreía y se reía con los detalles, y parece que esa conversación abrió más todavía su confianza, y ayudó a sellar el comienzo de una buena amistad.

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