viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo 19 (1)

Después de comprar lo que les faltaba, se montaron en el bus que habían alquilado y salieron en busca de sus aventuras. En el pasillo y los asientos no se oían nada más que carcajadas y risas. Chistes, bromas y mochilazos llenaban el ambiente. La hora que duró el viaje les parecieron apenas minutos. Una vez se despidieron del conductor hasta la vuelta, corrieron cada uno a sus habitaciones. Cuando se vieron en frente de las puertas, cayeron en la cuenta de un pequeño detalles: no habían repartido las habitaciones. Genial, ahora estarían peleándose un buen rato hasta aclararse. Entonces dijo Ismael:
-          -A ver chicos, no tenemos repartidas las habitaciones… ¿cómo hacemos para que de aquí a cinco minutos hayamos terminado de distribuirnos?
-         - A ver… las habitaciones son de dos… bueno, parece que esa del final tiene una litera y caben tres.
-          -¡Nosotros esa! Lo siento chicos, ya está pedida. - Laura, Sara y otra chica más corrieron hacia la puerta, despareciendo de la escena sin que les diese tiempo al resto de reaccionar.
-          -Bueno, tres menos. ¿Qué hacemos los demás?
-          -Nosotros nos quedamos en la de al lado, ¿vale?- la pareja del grupo se fue hacia el que ahora era su cuarto.
-          -Qué monos, no se separan ni para esto. Qué bonito es el amor…
-          -Deja ya las cursiladas, tío. Ya solo quedamos nosotros cuatro- dijo Ismael señalando a Salomé y los dos chicos que la rodeaban. En ese momento, estos dos se miraron, sonrieron, y salieron corriendo hacia una de las habitaciones. Cuando ya habían metido las maletas, se oyó a lo lejos: “¡ahí os quedáis tortolitos!”
Salomé e Ismael se miraron extrañados. Menudo momento para las bromitas. Suerte que había suficiente confianza ya como para simplemente sonreír y hacer como si nada. Se metieron en la habitación, abrieron las maletas y se repartieron los espacios. En diez minutos habían quedado en el salón principal para la excursión nocturna.
Una vez que estuvieron todos reunidos, no se demoraron y empezaron la marcha. El sitio era realmente precioso, y la temperatura, a pesar de la avanzada primavera, era ideal. Cuando el sol estaba a punto de caer, decidieron que era el momento de cenar. Sacaron todas las previsiones para aquella noche. Se iban a poner las botas.
Encendieron una pequeña hoguera para las nubes, prepararon sus bocatas y empezaron el banquete.
-         - Chicos, amo a mi madre, este bocadillo es el mejor de todos.
-          -No estoy yo tan segura. El mío nada más que con el olor…
-          -Eso es que no habéis probado el mío. Mi chorizo le da mil vueltas a todas vuestras lechuguitas y demás tonterías.
-          -¡Dí que sí! Aquí las dietas no existen. ¡Los buenos bocatas que no te dejan ni hacer la digestión son los que valen!- todos empezaron a reír.
-          -A ver, en lo que sí estaréis de acuerdo conmigo es en que esto no podía faltar, ¿verdad?- Laura puso a lado de la hoguera el enorme paquete de nubes, y todos empezaron a animar.
-         - Jajajaja, sin esto no se puede hacer un picnic nocturno, pero hay algo que se te olvida.- Sara saca una linterna de la mochila y se alumbra la barbilla.- ¡Historias de miedo!

Entusiasmados, terminaron de cenar rápidamente, formaron un corro alrededor del fuego, y empezaron la terrorífica ronda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario