sábado, 11 de octubre de 2014

Capítulo 17

Para celebrar que las aguas estaban a punto de volver completamente a su cauce, decidieron que ya era hora de celebrar la victoria. Entre todos alquilaron una casa rural durante un fin de semana, y organizaron todo para una escapada inolvidable. Lo que se escapaba de sus planes era lo verdaderamente especial que llegó a ser para algunos.
El entusiasmo y las ansias de aquel viaje fueron el motor de la mayoría de las conversaciones que se establecieron en la semana de antes. Qué llevarse, qué hacer allí, el tiempo que iba a hacer fueron los temas líderes. Lo mejor era ver a Salomé tan emocionada o más que ellos con la idea, de tal manera que ni se le notaba ningún síntoma de tendencia a la recaída, ningún ápice de recuerdo que la dañase o le hiciese perder la ilusión. Ya se estaba viendo el resultado de meses de duro trabajo, por lo que ya tocaba dar las gracias. Aquel fin de semana era el momento ideal para comunicarles a todos lo agradecida que les estaba, pero era necesario hablar primero con la persona que había estado ahí desde el principio, la que más había hecho por ella sin duda. Un día como otro cualquiera, dando un paseo tras las clases, decidió hacerlo:
-          -Oye, Ismael, una cosita…
-          -Dime, dime.
-          -No, nada, que muchísimas gracias por todo lo que has hecho por mí todo este tiempo. Sé que todos han puesto de su parte, pero tú has superado a cualquiera. Estabas a mi lado siempre que lo necesitaba, y lo sigues estando.
-          -No hay nada que agradecer, tonta. Para eso estamos los amigos. Si no nos ayudamos, ¿para qué nos queremos?
-          -Ya, pero no todos aguantan meses sosteniendo a un amigo ante posibles recaídas. Sé lo difícil que ha sido también para ti, sobre todo teniendo en cuenta que hace un año ni me conocías. Es que hasta yo misma dudo si yo hubiera podido aguantar.
-          -Calla ya anda, qué tonterías dices. Lo importante es que tú no vas a tener que aguantar nada, y nadie vamos a tener que soportar nada más, porque ya está todo bien, ¿no?
-          -Por supuesto. ¡Como para no estarlo! Con vuestra ayuda me ha sido imposible fallar, y eso es algo que nunca voy a olvidar. Dios, no me imagino cómo estaría yo ahora si tú no hubieras estado ahí en aquel baño aquel día. Te debo todo, Ismael, nunca voy a poder compensártelo del todo.
Ismael no se lo pensó dos veces. Era aquí y ahora, tenía que intentarlo. Apretó fuerte el puño, y dijo:
-         -En realidad sí que puedes…- tranquila y lentamente, empezó a acortar la distancia entre sus miradas, al mismo tiempo que su mano buscaba su cintura. Salomé se dejó llevar, e imitó su movimiento. Sus bocas se aproximaban, e iban a entrar en contacto sin que se fueran realmente conscientes. Llegó a respirar el aire que ella exhalaba. Ya la sentía suya por fin. En unos instantes se iba a cumplir su sueño. Cuando sus ojos ya se cerraban para impedir distracciones y él se preparaba para acoger aquellos perfectos labios entre los suyos, un giro de cabeza  rompió la situación. Salomé se negó a seguir.
-          -Ismael… yo… creo que no es momento ahora, ni estoy en condiciones ni quiero hacerte daño…
-          -Perdóname, no sé en que estaba pensando.
-          -Tranquilo, no pasa nada. –se hizo un silencio incómodo entre los dos, y tras breves instantes que les parecieron eternos, dijo- bueno, ya va siendo hora de que vaya para casa.
-          -Sí, que ya se nos hace tarde. Que descanses.
-          -Hasta mañana.
No podía creer lo que le acababa de suceder. Había sido un idiota. ¿Qué le hacía pensar que de repente ella iba a querer? ¿Por qué había sido tan gilipollas? ¿Podrá seguir siendo ahora todo como antes o ya la he cagado para siempre? Ismael no cabía en sí de la rabia, rabia que, más adelante, se transformaría en una tristeza y decepción que ocuparían su noche.

Salomé tampoco acababa de aceptar la situación. ¿Desde cuándo se le estaba pasando a él la idea por la cabeza? ¿Había sido muy brusca al negarse de esa manera? Pero… ¿de verdad quería negarse? Una tremenda confusión la invadió completamente. No sabía qué pensar ni de él ni de ella misma. Había sido una tarde algo extraña, y lo mejor era actuar como si nada hubiera pasado. Al fin y al cabo, todo el  mundo comete errores, en el caso de que esa intención de beso pueda considerarse uno de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario