Ya
apenas quedaba media hora para verse, y Salomé, ya vestida y arreglada, se
despidió de sus padres, que se iban a acostar pronto, y se dirigió a la parada
del bus, ya que con ese vestido no podía coger la moto. Se sentía rara, ella es
una chica de pantalones, y no suele lucir vestidos como ese muy de vez en
cuando… pero una ocasión es una ocasión, y lo cierto es que no se podía quejar.
Mientras
tanto, el resto de la pandilla iba llegando al punto de quedada. Como era de
esperar, los chicos llegaron antes, todos con sus camisas, lisas, a cuadros, a
rayas, e incluso con topos. Hay quien se había atrevido hasta con corbata. Iba
pasando el tiempo, y empezaron a llegar las más puntuales, con unas faldas y
unos tacones de escándalo. A sus chicos se les caía la baba, llevaban todo el
verano sin verse así, qué guapas estaban. Ismael había llegado de los primeros,
gracias a que el taxista conducía ligerito y sin pausa, y la esperaba
impaciente. Ya casi estaban todos, y empezaba a ser un poco tarde. Dónde se
habrá metido. De repente, a lo lejos del cruce, se divisa una silueta en
colores claros. Era ella, luciendo resplandeciente. “Madre mía, está preciosa,
parece sacada de una revista. Qué suerte tienen algunos.” Todos estaban
atónitos, sin poder cerrar la boca, tanto ellas como ellos.
- -¡Lo
sé! Llego tarde, como siempre. Pero no he sido yo, ha sido por culpa del bus,
perdonadme… ¿Hola?
- -Chica,
estás preciosa, qué vestidazo por dios, pareces modelo.
- -Joder
niña, así te vas a llevar a todo el que te propongas esta noche.
- -Ni
que lo digas, a mí ya me tiene jajajaja.
- -Qué
tonterías, el vestido es bonito, pero ya está.
- -Di
lo que quieras, aquí ya hay alguno que se muere por escarbar por esas telas.-
dijo Laura a modo de indirecta.
Terminaron
la cháchara y entraron al pub. El sitio era amplio, pero aún así ahí no había
quien respirase a gusto, estaba a tope, parece que la oferta ha tenido éxito.
Se hicieron un hueco en la pista de baile, se pidieron la primera ronda y
empezaron a bailar. Todos echaban de menos ese ambiente, el hacerse paso entre
la gente siendo como ellos son, pasándolo bien, riendo, chocando, haciendo
coreografías absurdas, abrazados. En un momento de respiro, el DJ eligió una
canción lenta en el instante adecuado. Aquí y ahora. Ismael se acercó a Sara,
apoyando sus manos en su cintura, buscando mirada con mirada, la proximidad, el
apartar el pelo, el primer beso. Cerraron los ojos y se dejaron llevar.
Mientras tanto, Diego no se quedó atrás; entrelazó sus manos con las de Salomé,
y tiró de ella hasta quedar cuerpo con cuerpo para, después del “me moría por
esto” empezar a juntar los labios de esa manera tan intensa. La canción
avanzaba, la unión entre los miembros de la pareja aumentaba; pero hubo un
momento de complicidad: Salomé e Ismael despegaron los párpados un segundo, con
la intención de mirarse el uno al otro, anhelando estar en el otro lugar. Lo
que no sabían es que en esa incómoda mirada iban a coincidir, por lo que fue un
vistazo más corto de lo previsto. De menos tiempo, pero con más significado.
El resto
de la noche transcurrió de manera totalmente distinta a las horas anteriores.
Ya todos se movían en pareja, las formadas con anterioridad y las que incluían
nuevos miembros elegidos aquella misma noche. Como era de esperar, en medio de
tanto mimo, Laura vio su momento estelar. Se acercó a Rober con la escusa de ir
a por la siguiente bebida y, ya en la barra, sus presencias cobraron otro
ambiente. Cada vez más cerca, cada vez más susurros, cada vez más pulso, hasta
que las miradas cayeron y dejaron paso a la acción. Lo había conseguido, estaba
besándose con él, no había podido imaginárselo,
no había distancia que lo separase del chico de sus sueños. Ahora todo
era perfecto, o, por lo menos, es lo que todos creían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario