- - ¡Chicos!
He reclutado a un nuevo soldado para nuestra patrulla, ¡los botellones van a
salir un poco más baratos gracias a él! Se llama Ismael, y es nuevo en la
ciudad.
Todos se
sonreían entre ellos, y se les veía de acuerdo con esa nueva unión. “Es un
chico súper agradable, y de aquí puede que surja algo bonito.”
Hablaron
unos minutos más y se despidieron. Ya iba Salomé a abrocharse el casco cuando él
interrumpió su silencio, diciéndole:
- - Salomé,
tengo un problema… Esta mañana me han traído mis padres, y no me acuerdo del
camino de vuelta a casa. He visto que estás sola en la moto y… pues eso, ¿me
llevas?- y sacó un papel del bolsillo con la dirección.
- -¡Claro!
A ver… ¡Ey! ¡Si es la calle de al lado de la mía! Si al final vamos a
resultar inseparables, misma clase, misma pareja de pupitre, misma manzana…
¡Nos vamos a hartar uno del otro!
- - Jajajaja
Ya verás, te acabo de conocer y ya resulta que vamos a estar pegados todo el
tiempo, eso sí que es suerte.
- -Anda,
sube, que suerte es la que has tenido tú que traigo un casco de sobra, va,
póntelo que el taxi arranca ya.
Se
montaron y abandonaron el instituto, juntos.
Esa
misma noche, justo antes de acostarse, ella revisó el móvil, por cualquier
novedad de última hora, y encontró un mensaje de Diego, un chico de su
pandilla: “Hola preciosa, ¿qué tal el día?”. Así empezaron una conversación
algo sospechosa, teniendo en cuenta que este chico no solía tener mucha
confianza con ella, y que nunca habían hablado en privado. Era raro, pero no
del todo malo. “En verdad no está nada mal este tío, si sus intenciones son
esas, quizás no sean tan mala idea, por seguirle el rollo no pasa nada…”
Al día
siguiente, primer martes del curso, vuelve a encontrarse en la entrada
principal toda la pandilla, que ya por costumbre se ha instalado en las barandillas
de la rampa que dirige a los aparcamientos. Todos se saludan, incluso Ismael,
que ya está bastante más integrado. Tienen una breve charla y se dirigen hacia
las clases.
- -Parece
que va todo bien con esta gente, ¿no?
- -¡Sí!
La verdad es que son muy majos, y me han caído genial. Además, son los amigos
de mi vecina, ¿qué más puedo pedir?
- -Jajajajaj
no, si no te niego yo que no hayas tenido un buen comienzo, vamos, la facilidad
con la que has entrado es brutal.
- -Puede,
pero en gran parte es gracias a ti y a la suerte de haberme podido sentar a tu
lado en clase, si no, vete tú a saber por donde andaría yo en estos momentos y
con quién…
- -Hombre,
si lo ves así, sí que has tenido suerte sí, no todos se encuentran conmigo de
esa manera jajaja.
- -Ya
te decía yo. Aún así todavía te queda trabajo por hacer conmigo; me tienes que
poner al día de todas las movidas de la zona: fiestas, cotilleos, secretillos
del instituto, parejitas, todo ese tipo de cosas.
- -Madre
mía, esto ya es abuso ¿eh? Compañera de clase, vecina, guía, taxista,
representante de relaciones sociales, ¿qué más quieres?
- -Lo
has dicho casi todo la verdad, solo te falta una cosilla…
- -¿Cuál?
- -Amiga.
- -Jajaja
me alegra que ya me hayas cogido aprecio y todo. Por si te lo preguntabas, yo
también te considero ya un amigo.
Y entre
sonrisas y sonrisas pasaron las clases, el recreo, las demás clases, los demás
días, hasta llegar a viernes, el bendito primer viernes del curso. Están todos
en la salida planificando qué va a ser de ellos esa tarde.
- -Chicos,
yo propongo un buen bote y después pasarnos por el pub de al lado de mi casa,
que dicen que está muy bien.
- -Yo
que tú dejaba eso para mañana y nos dedicábamos hoy al tranquileo.
- -Y
yo tío, yo lo veo claro, unas buenas palomitas y, en casa de alguna preciosa
señorita que se preste, ponernos alguna buena peli de las de miedo.
- -Buaf…
poco me apetece a mí estar encerrada en casa… ¿Y si nos bajamos al chalet? Mis
padres ya están trabajando y están conmigo en el piso. Aquello está libre,
pillamos unos litros y pasamos la noche.
- -Mejor
plan imposible chavales, yo me apunto de cabeza, ¿nos llevamos cartas o algo?
¿El bañador sí, no? Que todavía hace calorcito…
Ya
tenían cerrados los planes para esa tarde, así de sencillas eran las cosas con
este grupo. Pero todo no podía salir tan redondo; Diego se acercó a Salomé, y
empezaron a hablar:
- -Ey
enana, ¿te apetece que quedemos un ratillo antes tú y yo? Ya sabes, para hablar
de lo que tenemos pendiente…
- - Sí,
sí, pásate por mi casa a las siete o así ¿vale?
- -De
acuerdo… Oye, y… ¿tu casa va a estar sola para entonces?
- -Buaf
no lo sé… espérate que les pregunto a mis padres y te digo. ¡Ismael! ¡Vamos que
te me pierdes! Jajajaja
Y
volvieron a montarse los dos en la moto, esta vez la de él, que ya tocaba pagar
algo de gasolina por su parte.
- -Así
que te traes algo con Diego, ¿me equivoco?
- -Jajajaja
no del todo, lleva toda la semana tonteando e insinuando indirectas, lo que me
parece bastante raro… En fin, veremos a ver esta tarde lo que surge.
- -Pero,
¿tú quieres que surja?
- -Pues,
la verdad, no me importaría. Lo he estado pensando, y lo mismo le doy una
oportunidad.
- -Pues
me alegro un montón, ojalá y vaya bien todo, que te lo mereces. Cualquier
cosilla, ya sabes, por aquí estoy.
- -¡Qué
detalle por tu parte! Parece que estoy descubriendo la parte más tierna de Ismael…
- -Es
posible, pero aún te falta bastante.
El
ambiente en ese trayecto estaba cargado de sinceridad, salvo por una cosa: en
esa moto ninguno de los pasajeros se alegra realmente de lo que está a punto de
suceder.
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