Para
celebrar que las aguas estaban a punto de volver completamente a su cauce,
decidieron que ya era hora de celebrar la victoria. Entre todos alquilaron una
casa rural durante un fin de semana, y organizaron todo para una escapada
inolvidable. Lo que se escapaba de sus planes era lo verdaderamente especial
que llegó a ser para algunos.
El
entusiasmo y las ansias de aquel viaje fueron el motor de la mayoría de las
conversaciones que se establecieron en la semana de antes. Qué llevarse, qué
hacer allí, el tiempo que iba a hacer fueron los temas líderes. Lo mejor era
ver a Salomé tan emocionada o más que ellos con la idea, de tal manera que ni
se le notaba ningún síntoma de tendencia a la recaída, ningún ápice de recuerdo
que la dañase o le hiciese perder la ilusión. Ya se estaba viendo el resultado
de meses de duro trabajo, por lo que ya tocaba dar las gracias. Aquel fin de
semana era el momento ideal para comunicarles a todos lo agradecida que les
estaba, pero era necesario hablar primero con la persona que había estado ahí
desde el principio, la que más había hecho por ella sin duda. Un día como otro
cualquiera, dando un paseo tras las clases, decidió hacerlo:
- -Oye,
Ismael, una cosita…
- -Dime,
dime.
- -No,
nada, que muchísimas gracias por todo lo que has hecho por mí todo este tiempo.
Sé que todos han puesto de su parte, pero tú has superado a cualquiera. Estabas
a mi lado siempre que lo necesitaba, y lo sigues estando.
- -No
hay nada que agradecer, tonta. Para eso estamos los amigos. Si no nos ayudamos,
¿para qué nos queremos?
- -Ya,
pero no todos aguantan meses sosteniendo a un amigo ante posibles recaídas. Sé
lo difícil que ha sido también para ti, sobre todo teniendo en cuenta que hace
un año ni me conocías. Es que hasta yo misma dudo si yo hubiera podido
aguantar.
- -Calla
ya anda, qué tonterías dices. Lo importante es que tú no vas a tener que
aguantar nada, y nadie vamos a tener que soportar nada más, porque ya está todo
bien, ¿no?
- -Por
supuesto. ¡Como para no estarlo! Con vuestra ayuda me ha sido imposible fallar,
y eso es algo que nunca voy a olvidar. Dios, no me imagino cómo estaría yo
ahora si tú no hubieras estado ahí en aquel baño aquel día. Te debo todo,
Ismael, nunca voy a poder compensártelo del todo.
Ismael
no se lo pensó dos veces. Era aquí y ahora, tenía que intentarlo. Apretó fuerte
el puño, y dijo:
- -En
realidad sí que puedes…- tranquila y lentamente, empezó a acortar la distancia
entre sus miradas, al mismo tiempo que su mano buscaba su cintura. Salomé se
dejó llevar, e imitó su movimiento. Sus bocas se aproximaban, e iban a entrar
en contacto sin que se fueran realmente conscientes. Llegó a respirar el aire
que ella exhalaba. Ya la sentía suya por fin. En unos instantes se iba a
cumplir su sueño. Cuando sus ojos ya se cerraban para impedir distracciones y
él se preparaba para acoger aquellos perfectos labios entre los suyos, un giro
de cabeza rompió la situación. Salomé se
negó a seguir.
- -Ismael…
yo… creo que no es momento ahora, ni estoy en condiciones ni quiero hacerte
daño…
- -Perdóname,
no sé en que estaba pensando.
- -Tranquilo,
no pasa nada. –se hizo un silencio incómodo entre los dos, y tras breves
instantes que les parecieron eternos, dijo- bueno, ya va siendo hora de que
vaya para casa.
- -Sí,
que ya se nos hace tarde. Que descanses.
- -Hasta
mañana.
No podía
creer lo que le acababa de suceder. Había sido un idiota. ¿Qué le hacía pensar
que de repente ella iba a querer? ¿Por qué había sido tan gilipollas? ¿Podrá
seguir siendo ahora todo como antes o ya la he cagado para siempre? Ismael no
cabía en sí de la rabia, rabia que, más adelante, se transformaría en una
tristeza y decepción que ocuparían su noche.
Salomé
tampoco acababa de aceptar la situación. ¿Desde cuándo se le estaba pasando a
él la idea por la cabeza? ¿Había sido muy brusca al negarse de esa manera? Pero… ¿de verdad quería negarse? Una tremenda confusión la invadió
completamente. No sabía qué pensar ni de él ni de ella misma. Había sido una
tarde algo extraña, y lo mejor era actuar como si nada hubiera pasado. Al fin y
al cabo, todo el mundo comete errores,
en el caso de que esa intención de beso pueda considerarse uno de ellos.
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